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Protección y responsabilidad ambiental desde la perspectiva budista - Mauricio Y. Marassi

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Actualmente, como es cada vez más obvio, uno de los mayores peligros con los que nos enfrentamos como especie es el de la degradación exponencialmente progresiva del medio natural en el que vivimos y del cual dependemos. Paradójicamente la principal causa de este problema somos precisamente nosotros, individual y colectivamente. 

A finales del año 2003 el INFEA, un programa desarrollado por el Ministerio de Medio Ambiente italiano, dirigido al desarrollo y la coordinación interregional de iniciativas de carácter educativo en materia mediombiental, promovió la celebración de un encuentro de carácter interreligioso en la ciudad italiana de Ancona, orientado a la construcción de una propuesta educativa común entre los representantes de las distintas religiones universales que allí se congregaron.

Por parte budista intervino en dicho encuentro Mauricio Y. Marassi, practicante zen italiano y actual presidente de la comunidad budista zen La Stella del Mattino, que desarrolló para dicha ocasión la siguiente aportación, cuya traducción al castellano ofrecemos ahora a los lectores del blog Huellas del Zen.


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Protección y responsabilidad ambiental desde la perspectiva budista


Mauricio Y. Marassi



El budismo es relativamente poco conocido en Italia y en Occidente, por ello, a menudo, se tienen sobre el mismo ideas completamente arbitrarias, diría que casi fantasiosas. Distorsionadas por tanto. Comenzaré por tanto con una brevísima presentación de algunos aspectos del budismo, en particular con aquellos ligados al tema de hoy, con objeto de ofrecer un territorio común de comprensión sobre el cual desarrollar el discurso.

El budismo es una religión, incluso si, cuando nosotros usamos el término religión, entendemos habitualmente algo a lo cual el budismo no puede ser homologado, puesto que en dicha definición se encuentra estrecho. Esto quiere decir que la acepción común del término religión no es adecuada para representar, para contener a todas las religiones, como es particularmente evidente en el caso de Jainismo y del Budismo. Esto sucede porque tales dinámicas espirituales, originadas fuera de nuestra cultura, no entran en un término cuyo significado se ha formado, en cambio, en la cultura greco-judaica, primero, y en la latina, después, y que ha sido cosido a medida de las religiones abrahámicas, inadecuado por tanto para representar aquello que ha nacido y se ha desarrollado en otro lugar.

Veamos pues qué tipo de religión es el budismo. A menudo se oye decir que se trata de una doctrina atea. Ello no es verdad si por ateísmo se entiende la negación de Dios, o bien la afirmación de su ausencia. Más bien es correcto decir que nos encontramos frente a una religión no teísta. Una religión cuyo fundador, Sakyamuni, llamado el Buddha, es decir el despertado, que vivió hace 2.500 años en la India, no ha hablado nunca, ni en positivo ni en negativo, de la existencia de Dios. Este silencio está motivado con el único fin de impedir que el hombre con su fantasía, con la teoría, con la metafísica, represente a dios matando su divinidad, trasformándolo en un muñeco antropomorfo. Esta actitud, o toma de posición, tiene una grandísima fuerza anti-idólatra. Enzo Bianchi, prior de la comunidad de Bose, en la introducción a un libro mio ha escrito: «La verdadera alternativa en el camino que sigue detrás de Cristo -según la integridad del mensaje bíblico- no es entre fe y ateísmo, sino más bien entre fe e idolatría» (Cfr. Intelligenza volse a Settentrione, Ed. Marietti 2002, p. IX).

El tema de hoy, protección y responsabilidad ambiental, también tiene mucho que ver con la idolatría y, en particular, con los nuevos dioses de nuestro tiempo. Que son siempre los mismos, si bien con nuevos rostros.

El budismo es una didáctica que se centra, que se ocupa, del aprendizaje de la vía que conduce a la liberación del sufrimiento. Todo el budismo, de cualquier escuela, de cualquier época, inculturado en cualquier cultura, no es sino el conjunto de los esfuerzos de la humanidad para responder a la enseñanza original respecto al camino de liberación.

Según el enfoque sugerido por el tema de hoy, podemos resumir esta enseñanza, un poco burdamente, en los 4 puntos siguientes:

  • primero no dañar,
  • segundo ser benevolentes, acogedores hacia todos los seres,
  • tercero meditar a fondo para conocer lo íntimo del propio corazón, el corazón del hombre,
  • cuarto no hacer del propio deseo la medida de todas las cosas, poniendo en cambio en primer lugar la vía de liberación del dolor, de la miseria humana, que es una vida de unión con todos los hombres, con todos los seres.

Esto explica la gran variedad de formas en la que encontramos manifestado el budismo. Que no es una doctrina formal en la que se ordene hacer esto o aquello, y que ni siquiera tienen un credo o creencias particulares, más que en la existencia de la vía que conduce a la salvación, a la liberación.

Es, en cambio, una didáctica, articulada de modo que cada cual pueda aprender la vía de liberación, una vía común a todos en cuanto a dirección, sentido, significado. Pero peculiar, única para cada hombre. En el sentido que cada uno debe de encontrar y recorrer su propia vía, paralela y distinta.

Y es, también, una vía trascendente, porque su meta no está entre las cosas de este mundo; pero está profundamente enraizada en este mundo, porque es aquí que se la vive, con este cuerpo, con este espíritu, en esta realidad.

Por brevedad limito a estos pocos datos la introducción del budismo según una lectura orientada por el tema de hoy. Con el corte que he dado al discurso ya ha sido ampliamente introducida la dirección que quiero señalar. De hecho diciendo: primero no dañar, segundo ser benevolentes con todos los seres, ya se ha delineado una dirección ética.

Y diciendo después “no hacer del propio deseo la medida de todas las cosas” se ha delineado la moral que sostiene esta ética.

Precisamente porque estamos en las Marcas [una de las veinte regiones que componen la República Italiana, n.d.t.] quiero utilizar un tema que, a mi parecer, ilustra de modo paradigmático, ejemplar la perspectiva de la responsabilidad y de la protección ambiental según el budismo.

Las Marcas son una región con un alto porcentaje de cazadores respecto al número de habitantes. La caza se práctica como entretenimiento, no por necesidad de supervivencia, además de ser la herencia de antiguas cultura predecesoras a nuestra civilización, las culturas de la jauría de caza, si hacemos referencia a Canetti (cfr. Massa e Potere, cap. II ss. Existe traducción al castellano: Masa y Poder. Elias Canetti, Alianza Editorial, 2013 // así mismo es accesible digitalmente aquí,  ver pag. 108 ss.), de la exposición del trofeo, de la victoria en el matar y capturar. Desde el punto de vista religioso, en la acepción budista del término, es un hecho tan fuera de toda lógica como para ser, por añadidura, inconcebible.

Matar un ser viviente, es decir dañar hasta el punto de matar por propia diversión, por seguir un deseo frívolo, visto desde una óptica budista es, quizá, el acto más grave que se pueda realizar. Y, sobre este tema, tengo curiosidad de oír la opinión de los representantes de las demás religiones.

Sé que se me puede objetar que todos matamos, desde los microbios que exterminamos con los antibióticos a los corderos que son degollados para el disfrute en nuestros platos.

No pretendo propugnar posiciones intransigentes o de tipo fundamentalista, no poseo ningún fanatismo que defender o que proponer. Me refiero al nivel mínimo de interpretación de ahimsa, en sánscrito “no dañar”, el principio ético  conocido también en occidente gracias a Gandhi, si bien habitualmente ha sido traducido como “no violencia”. Un principio transversal a todas las religiones orientales y también, a mi parecer, a las occidentales.

Incluso respirando contaminamos, puesto que aumentamos el anhídrido carbónico y la difusión de bacterias en el ambiente. Pero, igual que no pienso dejar de respirar, así también algunas vez sucede que incluso yo coma un bistec, aun sabiendo que para procurármelo ha sido matado una vaca. Digo esto porque pretendo moverme en un plano en el que la ética es la dirección, no en un o todo o nada absoluto, inderogable.

Sin embargo es necesario plantear líneas que delimiten, con el fin de que no se termine en el plano opuesto. Es decir, que no se termine por pensar que como de todos modos, viviendo, es inevitable matar y contaminar, bueno, entonces no hay nada malo en verter mercurio al mar puesto que se trataría solo de hacer, un poco más a lo grande, aquello que ya hacemos.

Hablaba antes de la componente idolátrica del proceso que nos lleva a los hombres a no respetar el ambiente. Cada vez que nosotros tenemos como faro, como dirección en la base de nuestro corazón un objetivo terreno, en ese momento estamos siguiendo a un ídolo. Cuando contaminamos, o no nos preocupamos de nuestros gestos, seguimos al dios del interés económico, o bien a ese pequeño dios que se llama ego.

Los ejemplos son innumerables. Basta uno por todos:

Desde hace algunas semanas se ha desarrollado un debate en los principales periódicos respecto al hecho de si el capitalismo, personificado en aquellos que dirigen las empresas, debe o no de plantearse límites éticos.

Algunos autorizados comentaristas sostienen la tesis de la imposibilidad de una ética de empresa, a menos que no sea la ética del provecho, es decir la anti-ética por excelencia. Porque en esta el hombre, su vida, son medios secundarios, subordinados a un fin material y privado. Por tanto ligado al deseo egoísta que, secundándolo, anula cualquier ética.

El hecho de plantearse la pregunta de si es correcto o equivocado que algo no esté superpuesto a una ética es ciertamente algo bueno, pero revela explícitamente el proceso de absolutización del provecho, es decir de la acumulación de dinero, es decir de la forma más común de idolatría ya desde la antigüedad, cuando fue simbolizada por la vaca de oro que Moisés hizo destruir.

De hecho, si existe la duda de que algo, y aquel que lo administra, pueda estar más allá de la ética, es decir más allá de todo límite, quiere decir que ya hemos elevado esa cosa por encima de todo y esto, técnicamente, se llama idolatría.

Decía antes que la ética budista encuentra su inicio en el paso mínimo expresado por las palabras no dañar, un primer paso común junto a todas las religiones orientales. El paso siguiente es “se benevolente”, es decir aplícate en el bien.

En otras palabras, más genéricas, los dos mandamientos base del budismo, de todo budismo, son:

     Aléjate de hacer el mal
     Se rápido, veloz en hacer el bien

Como decía antes, el budismo no es una religión normativa hecha de reglas y leyes. En el budismo no se es salvado según la ley, por usar una expresión paulina. Es una religión cuyo fin es la liberación del mal, por ello esas indicaciones no son leídas en clave normativa, sino eficaz.

Entonces, puesto que se habla de eficacia, me he de preguntar cual es mi ventaja, en clave de bien y mal para mí, unidos a estas indicaciones. Es decir, donde está mi interés al alejarme de realizar el mal, es decir dañar, y al realizar el bien, esto es, al ser benevolente. En el budismo con el término “vida” no se entiende solo la sucesión de actos biológicos, mentales y espirituales que constituyen el funcionamiento de este ser.

Cuando digo “mi vida” estoy hablando también de vosotros, que en este momento estáis aquí, es decir estáis en mi vida, sois parte de ella.

Igual que es parte de mi vida:

- el camino sobre el que he caminado viniendo hacia aquí,
- el aire que respiro en este momento,
- el agua que bebo,
- y todo aquello que forma aquello que habitualmente llamamos el ambiente en el que vivimos, que en el budismo se llama la vida que vivo.

Por otra parte, el budismo, antes lo hemos visto, no es una religión teísta, por tanto no se piensa en un dios que lleva la cuenta de nuestros actos y después, de repente, emite un veredicto.

En el budismo la retribución de nuestros actos es completamente responsable, no es un premio o un castigo que nos llega desde el exterior.

Si yo realizo el mal, es decir añado mal en mi vida, la normal, diría incluso banal consecuencia es que mi vida estará llena de mal, de dolor, del mal, del dolor que yo mismo he puesto en mi vida.

Al revés, si yo me ocupo de construir el bien, si mi comportamiento está dirigido a la introducción de bien dentro de mi -que es la nuestra- vida, entonces, de esta forma, nos mantenemos en el bien, por lo menos en el bien que hemos añadido nosotros.

Se puede objetar que es fácil ver que existen personas buenas que sufren.

Esto es verdad, pero yo no estoy diciendo que mi mantenerme en el bien o que nuestro mantenernos en el bien elimine todo el mal del mundo.

Estoy diciendo que mi parte es no aumentar el mal. Al contrario, mi parte es aumentar la proporción de bien con la que es construida la vida. Que es vida colectiva, como es posible ver en cualquier circunstancia.

Por ejemplo:

Vosotros en este momento podéis estar en la mejor disposición de ánimo, buenos como no lo habéis sido nunca, pero si comienzo a insultaros, o bien si saco un arma y comienzo a disparar, el mal que introduzco en mi vida termina por ser el mismo mal que vosotros os encontráis viviendo

Pienso que comprendéis fácilmente porque decía que cualquier comportamiento, como la caza, que sea una agresión en la confrontación con el ambiente, es decir de mi vida, es un comportamiento descabellado, inconcebible. Porque equivale, desde el punto de vista de la construcción de la calidad de la vida, a un acto de auto-lesión, y es al mismo tiempo una equivocación en la confrontación con todos los demás seres.

Como es también un acto de auto-lesión tirar en tierra un papel o contaminar un río.

Con la diferencia, banalmente trágica, de que, a medida que pasamos del papel a ensuciar, envenenar un río, el aire y la tierra, hasta disparar para matar, el número de seres vivientes y el número de personas implicadas aumenta, y aumentan los efectos que nuestro acto de mal provoca en el mundo, que es nuestra vida.

No existe un afuera. Igual que la calle sobre la que camino no solo no está fuera de mí, sino que en el momento en el que la camino es parte de aquello que yo llamo vida, así también todo el mundo es un conjunto único, como un gran cubo, en el que encontramos aquello que nosotros ponemos dentro y que han puesto los demás.

No existe un afuera en el que se puedan arrojar los papeles, es decir todo el mal. No existe una vida privada hasta el punto que pueda, por sí sola, estar al amparo del mal.

Este tipo de cultura, que es también un tipo de inteligencia, es subyacente a todo budismo.

Es, por ejemplo, uno de los motivos por los que esta, que es una de las religiones universales más antiguas, si no la más antigua entre las religiones universales, no ha hecho nunca una guerra. O bien – y es lo mismo – en 2500 años de historia, en las decenas de países en los que ha florecido el budismo, nadie ha hecho una guerra en su nombre y o a cuenta suya.

Es un caso único, pero tan extendido en el espacio y tan duradero en el tiempo que debería hacer reflexionar.

La guerra, no es nunca inútil decirlo, es la más grave forma de agresión ambiental, de agresión respecto a nuestra confrontación con la vida en sentido global, es decir de la vida de todos.

Una consideración final. La llamada cultura ecológica no es otra cosa que la valoración de mis actos en relación a aquello que ahora se llama impacto ambiental.

Una cultura ambiental es ya un gran paso adelante, porque va en la dirección apropiada. Pero es un método, o una inteligencia cultural, que no está a la altura del problema.

La contaminación, la explotación más o menos depredadora del ambiente, son consecuencia directa de la avidez, del deseo y del interés personal, según el ídolo “bienestar” declinado como posesión.

Los denominados “bienes”, de dinero, de poder, de imagen, etc., etc., son fuerzas demasiado potentes para luchar contra ellas solamente con la buena educación y la cultura ambiental. Está muy claro y es óptimamente explicado por Golding, en su libro El Rey de las Moscas. Es necesario poner en juego “armas” de la misma potencia que los intereses que han desencadenado el problema.

Es necesario llegar a darse cuenta, todos, de cual es nuestro interés verdadero, de qué significa defender mis intereses reales, concretos.

Esto es posible si la religión, las religiones vuelven a enseñar al mundo el bien y el mal. No como regla o código de comportamiento, como si fuera un mapa de carreteras. Sino en base a los intereses reales del hombre. Independientemente de la religión de pertenencia.

Estoy hablando de la estricta conveniencia personal y egoísta de realizar el bien, estoy hablando de ventajas personales.

No es un discurso de religión, no me aventuro en las vastas praderas de la gratuidad. Ni siquiera en la promesa de retribución paradisíaca en el futuro. Quien ya es budista, cristiano, musulmán, o pretende serlo, ya se mueve en una dirección virtuosa desde el punto de vista ambiental.

Es necesario intervenir al nivel de los ídolos, de los objetivos terrenales, evidenciando la conveniencia de otras formas de “egoísmo” más inteligentes, más eficaces sobre el plano precisamente de aquello que se quiere obtener: el bienestar.

Esta podría ser una de las principales contribuciones de las religiones en el hacer cultura ambiental hoy. Una enseñanza que no espanta, porque no pide “conversiones”, no pide creer en un Dios más o menos severo y ni siquiera predica un genérico “ser buenos”.

Gracias

Ancona, noviembre de 2003
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 Introducción, traducción y fotografía
Roberto Poveda Anadón

Un nuevo foro dedicado al budismo zen

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Hace poquísimos días ha aparecido en la nube forozen, un foro en castellano dedicado al budismo zen, en todos sus múltiples sabores (chan, seon, zen, thien, soto, rinzai, sin adscripción, etc.) 

Recién salido del horno este espacio de dialogo puede venir a cubrir un hueco en el mundo hispanohablante interesado en el budismo zen, ya que no existe, ningún espacio de estas características actualmente en funcionamiento.

A partir de ahora la calidad y utilidad de un lugar colectivo de encuentro y diálogo como ese dependerá de lo que hagamos con él cada uno de nosotros, pero empezar desde cero siempre es un buen augurio. Podéis acceder a él en esta dirección:


Para facilitar el acceso a los lectores habituales de este blog, he añadido una página, en la parte superior, a través de la cual se puede acceder directamente al foro, así como también lo he añadido en la columna de la derecha en la sección enlaces.


El buscador de la Vía - Kōshō Uchiyama

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Kōshō Uchiyama nació en Tokio en 1912. Antes de entrar en la orden monástica zen, estudió filosofía occidental en la prestigiosa universidad de Waseda, en su ciudad natal, y comenzó a impartir clases en un liceo femenino en Miyazaki. Posteriormente volvió a Tokio, donde se casó en 1939, si bien su joven esposa murió mientras estaba embarazada, acontecimiento que dejó profundas huellas en él. A partir de entonces se acercó al Sōtō Zen, encontrando en 1941 a Kōdō Sawaki, que lo ordenó como monje convirtiendose así en su discípulo. Ambos, Sawaki y Uchiyama, a pesar de sus personalidades diametralmente opuestas, encarnan probablemente las figuras más relevantes e inluyentes de esta escuela durante el siglo XX.

Durante la segunda guerra mundial (en la que estuvo implicado Japón desde 1941 hasta 1944), Kōshō Uchiyama fue enviado por su maestro a un monasterio en un área muy remota en la prefectura de Shimane y posteriormente a Shizuoka, para evitarle ingresar en el ejercito, en donde hizo carbón y sal de agua de mar. Kōdō Sawaki era consciente de que su discípulo no era físicamente fuerte, de hecho padeció tuberculosis durante gran parte de su vida, y de que ciertamente no era adecuado para la vida militar.

Tras la guerra, en 1949, Sawaki asumió el puesto de abad de un monasterio casi en ruinas, Antaiji, cuando este templo todavía estaba localizado al norte de Kyoto*, con el objetivo de devolver el decadente zen japones del siglo XX a sus raíces. Kōdō Sawaki, junto con su discípulo principal, Kōshō Uchiyama, que se encargaba del monasterio cuando Sawaki no estaba, lo cual sucedía muy a menudo por el carácter intinerante de Sawaki, transformaron Antaiji en un lugar para la práctica del Zen basado en un zazen puro. En un principio la vida en Antaiji fue muy dura, ya que las condiciones del templo eran muy deficitiarias y, de hecho, al principio y durante bastante tiempo tan solo contó con dos residentes estables, Uchiyama y Sodo Yokoyama, los cuales subsistían de la mendicidad religiosa.

Posteriormente, a la muerte de Kōdō Sawaki, en 1965, Kōshō Uchiyama le sucedió como abad de Antaiji, celebrando una seshin en memoria de su maestro que duró cuarenta y nueve días, en la que comenzó con un estilo de práctica propio que llamó seshin sin juguetes, en la que cada practicante ha de hacerse cargo de su propio zazen y de su propia práctica. Dichas sesshin se celebran en completo silencio, sin canto de sutra, ni rituales, ni samu, ni kyosaku, ni enseñanzas de ningún tipo; incluso el propio Uchiyama se sentaba de cara a la pared, sin controlar el zazen de ninguno, dando así testimonio de que zazen tenía que ser para cada cual el verdadero maestro. Después de la muerte de Sawaki, el estilo de práctica simple y directo de Uchiyama, alejado de los rituales y jerarquías propias del zen clerical japonés y centrado en zazen, fue haciéndose conocido en Japón y en todo el mundo a través de sus numerosos libros, y muchos estudiantes, tanto japoneses como occidentales, comenzaron a reunirse alrededor suyo en Antaiji.

Cuando Uchiyama se hizo cargo del puesto de abad de Antaiji, declaró que no se mantendría en el cargo más diez años, algo extremadamente inusual, tanto en el zen japonés como actualmente en el occidental, en los que una vez alcanzado un determinado rango clerical dentro del cursus administrativo-clerical  de una iglesia no se renuncia a él más que in extremis. Y así, en efecto, en 1975 abandono el puesto de Abad, dejándolo en manos de su discípulo Koho Watanabe, y se retiro a Nokei-in, un pequeño templo de Kyoto, en compañía de su tercera esposa, hasta su muerte en 1998.

A su despedida de Antaiji, Uchiyama dió una conferencia, dirigida en un principio hacia sus discípulos en Antaiji, pero que contiene indicaciones válidas para todos, en la que recogió los puntos esenciales de su enseñanza. Los puntos en los que Uchiyama sintetizó la enseñanza de una vida dedicada a zazen son:

1. Estudiar y practicar el buddhadharma solo por el buddhadharma, y no para secundar sentimientos humanos movidos por las cosas del mundo.

2. El Buddha que debemos venerar, el verdadero maestro, es zazen.

3. Zazen ha de actuar concretamente en nuestra vida cotidiana. Hemos de poner en práctica el lema: “ganancia es ilusión, perdida es despertar”, poner en acción dos prácticas (la práctica del voto y la práctica del arrepentimiento) y perseguir tres actitudes mentales (una mente alegre, amorosa y magnánima).

4. Hacer del voto la propia vida nutriendo profundamente la raíz.

5. Conscientes del hecho de que es asunto nuestro mejorar o corrompernos, comprometámonos en la mejora de la práctica.

6. Sentarse en silencio durante diez años. Adicionalmente sentarse diez años más. Después sentarse otros diez años.

7. Es necesario cooperar unos con otros, de manera que existan lugares de práctica sin molestias para practicantes sinceros.

Si el zen de Sawaki da, de cierta manera, un paso atrás para retomar la enseñanza de Dōgen, devolviendo el decadente Sōtō Zen japones a su fundamento en el zazen, el zen de Uchiyama aprovecha ese paso atrás como carrerilla para dar un salto adelante, proyectándose intencionalmente hacia el futuro y hacia occidente.

Se puede descargar libremente el texto de Uchiyama en el siguiente enlace:



Nota* Antaiji fue posteriormente trasladado a la prefectura de Hyōgo por Kōhō Watanabe, discípulo y sucesor de Uchiyama en el cargo de abad de Antaiji, en medio de un valle solitario, en la montaña y a escasos kilómetros del mar de Japón, donde se encuentra todavía hoy.
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La traducción desde el japonés al italiano ha sido realizada por Giuseppe Jiso Forzani, de la Stella del Mattino, siendo la traslación al castellano de Roberto Poveda. La fotografía, de Uchiyama, ha sido obtenida del sitio terebess.hu

El Tenzo Kyōkun de Dōgen - comentado por Kōshō Uchiyama

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Normalmente en occidente el budismo, y en particular el budismo de escuela zen, a menudo ha sido asociado casi exclusivamente, si bien de manera errónea, con la práctica de la meditación sentada, denominada en japonés zazen. Sin embargo el budismo, que no consiste en otra cosa que el camino que lleva a comprender el malestar inherente a la existencia humana, su causa y el camino que conduce a la liberación de ese malestar, no se reduce solo a la práctica de la meditación sentada, sino que abarca todos los ámbitos de la vida.

Esto, si bien es una característica presente ya desde sus orígenes, se radicaliza en China, en especial en el budismo chan (zen en japonés), especialmente a  partir del considerado tradicionalmente como cuarto patriarca de esta escuela, Dayi Daoxin (580-651, Dōshin en japonés). Si hasta entonces la forma de subsistencia de los monjes dependía de los laicos, por medio de la mendicidad religiosa, Daoxin introduce junto a esta, o incluso sustituyéndola en algunos casos, una innovación, el trabajo manual como forma legítima, también en el caso de los monjes, de garantizar la propia supervivencia. A partir de esta reforma, rechazada por algunos que veían en ello una transgresión de las reglas monásticas clásicas, o vinaya, el chan adquiere una de sus características diferenciales, mantenida de ahí en adelante como un tema central de las enseñanzas chan; si bien este rasgo, posteriormente, en muchos casos ha sido preservado solo de forma simbólica. La práctica religiosa se extendía de esta manera a todos los aspectos de la vida, incluyendo aquellos hasta entonces reservados a la comunidad laica.

Seis siglos después Eihei Dōgen (1200-1253), uno de los principales exponentes de la escuela Zen japonesa de todos los tiempos, escribirá el Tenzo Kyōkun (Instrucciones al cocinero), dirigido en un principio al cocinero de la comunidad monástica, pero cuyo sentido profundo contiene indicaciones de carácter universal aplicables a todas las actividades cotidianas, sin importar que uno sea monje o laico, señalando así el valor y la importancia desde el punto de vista espiritual incluso de las más pequeñas entre estas. La importancia de dicho texto para Dōgen queda remarcada por el hecho de que lo incorpora como primer capítulo de su Eiheishingi (La reglas [del monasterio] de Eihei-ji), la comunidad monástica fundada por él en 1244; si bien  el texto es anterior, siendo terminada su redacción en 1237 en Kōshō-ji, el primer monasterio puramente zen de Japón, fundado también por Dōgen antes de su definitivo traslado al monte Eihei.

Ocho siglos después Kōshō Uchiyama (1912-1998), del cual pueden encontrarse numerosos escritos en este blog (pulsar en la etiqueta Kosho Uchiyama, en el recuadro de etiquetas de la columna lateral, para ver todos) y del que dimos ya algunos apuntes biográficos en la anterior entrada (ver aquí) y en otras, retoma el texto de Dōgen, actualizándolo desde un punto de vista contemporáneo a través de una serie de comentarios, en los que señala y aclara los aspectos esenciales del mismo. Al mismo tiempo Uchiyama nos muestra como el texto de Dōgen indica la manera a través de la cual podemos hacer que nuestro zazen actúe también a través de las actividades cotidianas. 

El texto de Dōgen, en la versión simplificada de Uchiyama, así como los comentarios de Uchiyama, sobre el mismo se agruparon en un libro titulado, en su versión en ingles, How to cook your life (Como cocinar tu vida), cuya traducción al castellano comenzamos a ofrecer hoy aquí. Esta traducción ha sido realizada por Carlos Collar, un buen amigo de este blog, y tiene un carácter privado, por lo cual se ofrece igualmente para su exclusivo uso personal. Periódicamente iremos ofreciendo uno a uno los distintos capítulos del libro de Uchiyama, que serán reagrupados al final en un único texto en formato pdf. Comenzamos hoy con la publicación del texto de Dōgen, que servirá de base a los posteriores comentarios de Uchiyama, los cuales iremos ofreciendo periódicamente. Para descargar el texto pulsar el enlace de la siguiente línea.


La numeración a pie de página del archivo adjunto en esta entrega, así como la de las siguientes entregas, o capítulos del libro original de Uchiyama, corresponde a la que será su numeración final una vez todo integrado en un único archivo.

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Traducción del texto de Uchiyama: Carlos Collar Menéndez
Introducción y maquetación: Roberto Poveda Anadón
Fotografía: Internet

El Tenzo Kyōkun de Dōgen - comentado por Kōshō Uchiyama - 2

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Continuamos con la publicación de los comentarios de Uchiyama al Tenzo Kyōkun de Dōogen. En la anterior entrada se vio el texto base de Dōgen y en esta segunda entrada empiezan propiamente los comentarios de Uchiyama al texto de Dōgen. El capítulo que adjuntamos lleva el título de El Tenzo Kyōkun y Shikantaza. Una versión de este capítulo ya apareció hace años en este blog, si bien en este caso la traducción, de Carlos Collar Menendez, es completamente nueva. Para aquellos interesados en su lectura ofrecemos el enlace abajo. Recordamos que esta traducción ha sido realizada con carácter privado, siendo ofrecida solo para uso personal.




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Traducción: Carlos Collar Menéndez
Maquetación: Roberto Poveda Anadón
Fotografía: Internet





El Tenzo Kyōkun de Dōgen - comentado por Kōshō Uchiyama - 3

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Continuamos con la publicación de los comentarios de Uchiyama al Tenzo Kyōkun de Dōgen. Este es el segundo de los capítulos en los que Uchiyama nos va ofreciendo sus reflexiones a partir del texto de Dōgen. El presente capítulo tiene como título Sobre la vida religiosa, en el cual Uchiyama nos habla de la relación vital y espiritual entre nuestra propia vida, el budhadharma y zazen, lo cual sintetiza el propio Uchiyama en las siguientes palabras: "Tu práctica de zazen no debe estar separada de tu propia experiencia de vida, ni de su orientación global. Más bien, trabajando constantemente para refinar y aclarar tu vida cotidiana, o la vida de tu completo Sí mismo, tu práctica se armoniza con el dharma. En este punto zazen se convierte en religión. El zazen de Dōgen Zenji, a lo largo de las líneas que he estado comentando, es la frente de la enseñanza diaria del Tenzo Kyokun y, en nuestra vida cotidiana, esa enseñanza se transforma en el telón de fondo de zazen."

Este nuevo capítulo, como los anteriores y el resto del libro de Uchiyama que estamos ofreciendo ahora a los lectores, es fruto de la generosidad de  Carlos Collar Menéndez, un buen amigo de este blog. 

Para aquellos interesados en su lectura ofrecemos el enlace a continuación (clicar encima). Recordamos que esta traducción ha sido realizada con carácter privado, siendo ofrecida solo para uso personal.


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Traducción: Carlos Collar Menéndez
Fotografía: Zafu en Estocolmo, Roberto Poveda

El Tenzo Kyōkun de Dōgen - comentado por Kōshō Uchiyama - 4

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Con el presente capítulo, titulado La auténtica forma del Sí mismo, seguimos con la publicación del libro de comentarios de Kosho Uchiyama al Tenzo Kyokun de Dogen. Aquí Uchiyama prosigue desarrollando la no separación entre el zazen de Dōgen Zenji, nuestras propias vidas y el buddhadharma, hablandonos ahora de la diferencia entre la mente discriminadora, que conduce al conflicto, y la mente grande, que lo abarca todo sin discriminaciones, como el mar.

Este nuevo capítulo, como los anteriores, es fruto de la generosidad de  Carlos Collar Menéndez, un buen amigo de este blog.

Para aquellos interesados en su lectura ofrecemos el enlace a continuación (clicar encima). Recordamos que esta traducción ha sido realizada con carácter privado, siendo ofrecida solo para uso personal.


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Original: How to cook your life, Dogen, Uchiyama
Traducción: Carlos Collar Menéndez
Fotografía: Mar del norte, Roberto Poveda

El Tenzo Kyōkun de Dōgen - comentado por Kōshō Uchiyama - 5

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Como durante la próxima semana no nos será posible ofrecer un nuevo capítulo de los comentarios de Kosho Uchiyama al Tenzo Kyokun de Dogen, adelántamos el siguiente capítulo, titulado Todo lo que encuentras es tu vida.

Este nuevo capítulo, igual que los anteriores, es fruto de la generosidad de  Carlos Collar Menéndez, un buen amigo de este blog.

Para aquellos interesados en su lectura ofrecemos el enlace a continuación (clicar encima). Recordamos que esta traducción ha sido realizada con carácter privado, siendo ofrecida solo para uso personal.




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Original: How to cook your life, Dogen, Uchiyama
Traducción: Carlos Collar Menéndez
Ilustración: Internet. El caminante sobre el mar de nubes
de Caspar David Friedrich

El Tenzo Kyōkun de Dōgen - comentado por Kōshō Uchiyama - 6

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Proseguimos con la publicación de los comentarios de Kosho Uchiyama al Tenzo Kyokun de Dogen. El actual capítulo se titula Ver el mundo sin sostener lo valores del mundo. Igual que los anteriores capítulos es fruto de la generosidad de  Carlos Collar Menéndez, un buen amigo de este blog.

Para aquellos interesados en su lectura ofrecemos el enlace a continuación (clicar encima). Recordamos que esta traducción ha sido realizada con carácter privado, siendo ofrecida solo para uso personal.


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Original: How to cook your life, Dogen, Uchiyama
Traducción: Carlos Collar Menéndez
Ilustración, fuente internet: 

Estatua china de Guanyin, dinastía Song, s. IX 
(sc.: Avalokiteshvara, jap.: Kannon)

El Tenzo Kyōkun de Dōgen - comentado por Kōshō Uchiyama - 7

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El siguiente capítulo de los comentarios de Kōshō Uchiyama al Tenzo Kyōkun de Dōgen, La mente de los padres, pensamos que resulta especialmente pertinente para aquellos momentos que actualmente nos está tocando vivir, en tanto que miembros de nuestra comunidad y también en tanto que practicantes zen. La crisis global desencadenada por el coronavirus evidencia cómo diferenciar entre el cuidado de sí mismo y el cuidado del mundo y, particularmente, de las personas que en él habitamos no es sino una ilusión nacida de nuestro pensamiento limitado y egocéntrico. Esto es lo mismo que Uchiyama nos está indicando con las siguientes palabras: "Habitualmente creamos un mundo en oposición a nosotros mismos y luego nos desenvolvemos en este tratando de meter en nuestros bolsillos tanta riqueza, poder y felicidad como seamos capaces. Cuando nuestra vida concuerda con el buddhadharma ya no construimos durante más tiempo un mundo en oposición a lo que consideramos nuestro “sí mismo”. Antes bien, vemos el mundo entero como nuestro sí mismo."

A veces ocuparse y cuidar el mundo significa desplegar nuestra actividad en él hasta el límite de nuestras fuerzas, a veces quiere decir lo contrario, permanecer en quietud, tranquilamente, en nuestra casa, leyendo un libro, cocinando, regando las plantas, ocupándonos de aquellos que comparten con nosotros nuestra vida cotidiana, sentados en nuestro zafu. En este momento hacer zazen junto a todos los seres significa hacer zazen en solitario. Si en realidad, en lo profundo, siempre es así, ahora lo es especialmente.

Recordamos que, igual que las anteriores, esta traducción ha sido realizada con carácter privado, siendo ofrecida únicamente para uso personal.



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Original: How to cook your life, Dogen, Uchiyama
Traducción: Carlos Collar Menéndez
Fotografía: Roberto Poveda

El Tenzo Kyōkun de Dōgen - comentado por Kōshō Uchiyama - 8

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En el presente capítulo, Tener pasión por la vida, Uchiyama continua con sus comentarios al Tenzo Kyōkun de Dōgen. Aquí Uchiyama nos habla de la importancia en el budismo zen de estar atentos a la situación global con la cual nos encontramos en cada momento concreto de nuestra vida, sin olvidar ninguno de sus aspectos y sin fiarnos a respuestas estereotipadas, recordándonos igualmente el hecho de que dicha atención ha de verse reflejada en nuestros actos concretos y no únicamente en nuestras intenciones.

La traducción de esta obra es fruto de la generosidad y la paciencia de  Carlos Collar Menéndez, un buen amigo de este blog. Para aquellos interesados en su lectura ofrecemos el enlace a continuación (clicar encima), recordando que esta traducción, de carácter privado, es ofrecida solo para uso personal. 
 

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Original: How to cook your life, Dogen, Uchiyama
Traducción: Carlos Collar Menéndez
Fotografía: Roberto Poveda

El Tenzo Kyōkun de Dōgen comentado por Kōshō Uchiyama - 8

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En el actual capítulo, Dirección y objetivo, Uchiyama nos habla de dos enseñanzas budistas, que están presentes también en el Tenzo Kyōkun de Dōgen. Dichas enseñanzas, si pensamos en ellas, son aparentemente contradictorias entre sí, como señala el mismo Uchiyama. 

Dichas enseñanzas son, por un lado aquello que solemos designar como ley de la impermanencia, por la cual todo aquello que existe está destinado a su desaparación, sin que podamos saber a ciencia cierta cuando se producirá esta, o bien, dicho con las palabras de Dōgen citadas por Uchiyama: “Dado que todo
es impermanente, no hay nada de lo que se pueda depender. Al igual que una gota de rocío sobre una hoja de hierba a lo largo del camino se desvanece rápidamente, quién sabe cuando terminará esta vida. Este cuerpo claramente no me pertenece. La vida, que cambia a cada instante, no se detiene ni por un momento.
”. Mientras que por otro lado, en el budismo, nos encontramos con la denominada ley de  causa y efecto por la cual nuestro destino está en nuestras propias manos o, usando la palabras del Dhammapada, uno de los textos más bellos y antiguos del budismo antiguo: "Todos los estados encuentras su origen en la mente. La mente es su fundamento y son creaciones de la mente. Si uno habla o actúa con un pensamiento impuro, entonces el sufrimiento le sigue de de la misma manera que la rueda sigue la pezuña del buey.
Todos los estados encuentran su origen en la mente. La mente es su fundamento y son creaciones de la mente.   Si uno habla o actúa con un pensamiento puro, entonces la felicidad le sigue como una sombra que jamás le abandona."

Uchiyama clarifica esta aparente aporía distinguiendo entre aquellos planos que él denomina como la dirección y el objetivo de nuestros actos. Y, una vez más, nos muestra la universalidad de las enseñanzas budistas pues, de nuevo, las palabras de Buddha de hace milenios, las de Dōgen de hace siglos, y las de Uchiyama de hace décadas, vemos como son de utilidad aquí y ahora, allí y aquí, para nuestra propia vida, sean cuales sean los acontecimientos a los que nos tengamos que enfrentar.

Recordamos que la traducción de este capítulo, igual que las anteriores, ha sido realizada con carácter privado, siendo ofrecida únicamente para uso personal. Quien desee acceder a su lectura solo ha de hacer clic en el siguiente enlace:




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Original: How to cook your life, Dogen, Uchiyama
Traducción: Carlos Collar Menéndez
Fotografía: Internet

El Tenzo Kyōkun de Dōgen comentado por Kōshō Uchiyama - 10

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Continuamos con la publicación de los comentarios de
Uchiyama al Tenzo Kyōkun de Dōgen. El capítulo de hoy lleva el nombre de "Los cálculos de la vida". 

Es conocida en el zen la expresión de Bankei "cuando tengo hambre como, cuando tengo sueño duermo", así como otras parecidas, de este y otros practicantes, malinterpretadas a menudo como una especie de solipsismo, despreocupado e ingenuo, en la que el practicante parece flotar en un ingenuo mundo donde todos sus actos se deben a la espontaneidad del momento, olvidado de los demás, de todo compromiso y de toda previsión.

En este capítulo, Uchiyama no habla de la importancia de que, a pesar de que nunca podamos estar seguros de alcanzar el objetivo previsto, ya que esto no depende de nosotros, y que no hemos por tanto de intentar aferrarnos a él, en cambió, en este mismo momento en el que nos encontramos, sí que debemos actuar con todas nuestras fuerzas, calculado y preveyendo de manera adecuada para mantener nuestra dirección orientada hacia el buddhadharma, en el cual nada ni nadie nos es ajeno.

La traducción de este capítulo, como de los anteriores, es fruto de la generosidad y la paciencia de  Carlos Collar Menéndez, un buen amigo de este blog. Para aquellos interesados en su lectura ofrecemos el enlace a continuación (clicar encima), recordando que esta traducción, de carácter privado, es ofrecida solo para uso personal. 




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Original: How to cook your life, Dogen, Uchiyama
Traducción: Carlos Collar Menéndez
Fotografía: Internet


 


El Tenzo Kyōkun de Dōgen comentado por Kōshō Uchiyama - 11

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Seguimos con la publicación del Tenzo Kyōkun con los comentarios de Uchiyama. En esta ocasión, en el capítulo Trabajar con visión clara, complemento o continuación directa del anterior Los cálculos de la vida, Uchiyama hace hincapié en que debemos prestar toda nuestra atención, "con los ojos bien abiertos", dicho con sus mismas palabras, y ser "conscientes de las ramificaciones que tienen nuestras decisiones" ya que estas van mucho más allá del estrecho campo de nuestro pensamiento discriminatorio, afectando a la totalidad de la vida.

Continúa, además, con una historia que ejemplifica un principio central en el budismo: el principio de anatta o ausencia de entidad independiente en cualquier sustancia o fenómeno incluido nuestro propio yo.

Si bien estas cuestiones deberían tenerse presentes en todo momento, las presentes circunstancias nos invitan a todos a una mirada más atenta y profunda sobre las mismas.

Para aquellos interesados en su lectura ofrecemos a continuación el enlace (clicar encima), recordando que esta traducción, de caracter privado, es ofrecida solo para uso personal.


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Original: How to cook your life, Dogen, Uchiyama
Traducción: Carlos Collar Menéndez
Fotografía: Roberto Poveda
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El Tenzo Kyōkun de Dōgen comentado por Kōshō Uchiyama - 12

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A continuación, presentamos un nuevo capítulo de los comentarios de Uchiyama al Tenzo Kyōkun de Dōgen. En el presente capítulo, Vivir la vida del sí mismo, Uchiyama nos invita, a través de un episodio de su propia experiencia, a mirar, afrontar, es decir, a vivir cualquier cosa que ocurra en nuestras vidas con una visión global, poniendo toda nuestra energía en atender aquello que se nos presenta a cada instante.

Si bien, dicha orientación es algo a tener presente en toda circunstancia, la coyuntura actual nos invita a observarla con mayor atención aún.

Para aquellos interesados en su lectura ofrecemos a continuación el enlace (clicar encima), recordando que esta traducción, de caracter privado, es ofrecida solo para uso personal.


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Original: How to cook your life, Dogen, Uchiyama
Traducción: Carlos Collar Menéndez
Fotografía: Roberto Poveda


El Tenzo Kyōkun de Dōgen comentado por Kōshō Uchiyama 13 - Sobre la fuerza y la actividad vital

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En el siguiente capítulo, titulado Sobre la fuerza y la actividad vital, Uchiyama nos recuerda que, aunque algo en nosotros no deje de buscar una verdad universal con la que afrontar nuestras vidas de una vez por todas, precisamente, dado que no podemos agotar esa búsqueda, nuestra práctica se desarrolla a cada instante, en aquello que se nos presenta.

Si bien, deberíamos tener presente tal indicación en todo momento, las actuales circunstancias nos invitan con mayor vivacidad a atender tal aspecto de nuestra práctica.
Para aquellos interesados en su lectura ofrecemos a continuación el enlace (clicar encima), recordando que esta traducción, de carácter privado, es ofrecida solo para uso personal.



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Original: How to cook your life, Dogen, Uchiyama
Traducción: Carlos Collar Menéndez
Fotografía: K
ōdō Sawaki y Kōshō Uchiyama. Internet
  
 
 

El Tenzo Kyōkun de Dōgen comentado por Kōshō Uchiyama 14 - La función de una vida estable

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Presentamos hoy el capítulo decimotercero de los comentarios de Uchiyama al Tenzo Kyōkun: "La función de una vida estable". En esta ocasión, Uchiyama nos invita a observar como una vida en la que nuestros objetivos han llegado a alcanzar un gran significado, se vuelve inestable, convirtiéndose en un terreno abonado para la manifestación de duhkha.

Al contrario, la mente alegre, como función de una vida estable, implica que volquemos hasta la última gota de nuestras energías en cualquiera que sea la tarea que se nos presente a cada instante, dado que ahí mismo se encuentra el dharma de Buddha.

Este capítulo, penúltimo del libro de comentarios de Uchiyama y que presentaremos en su totalidad y en un formato adecuado para su impresión col próxima y última entrega, sirve también, en buena medida, como resumen gran parte de las cuestiones que Uchiyama ha ido desgranando en los capítulos anteriores.

Para aquellos interesados en su lectura ofrecemos a continuación el enlace (clicar encima), recordando que esta traducción, de carácter privado, es ofrecida solo para uso personal.




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Original: How to cook your life, Dogen, Uchiyama
Traducción: Carlos Collar Menéndez
Fotografía:
Internet

El Tenzo Kyōkun de Dōgen comentado por Kōshō Uchiyama

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Con el presente capítulo llegamos al final de la traducción del libro de comentarios al Tenzo Kyōkun de Dōgen realizados por Kōshō Uchiyama. Muchos estudiosos consideran tres fascículos reunidos en el Shōbōgenzō -la obra magna de Dōgen-,  Bendōwa, Genjōkōan y Busshō, como los textos en los que aparece condensado de la forma más representativa el pensamiento de Dōgen. Sin embargo, desde mi punto de vista, a estos tres textos citados anteriormente resulta imprescindible añadir otros dos textos, no incluidos en el Shōbōgenzō, pero tal vez más directos y relevantes desde el punto de vista de la puesta en acción del camino zen al que Dōgen nos invita, y en los que este nos muestra prácticamente cómo llevar a la realidad de nuestra vida aquello de los que nos habla en los textos antes citados, estos dos textos son: el Fukanzazengi, que recoge las recomendaciones relativas a la manera de practicar zazen, y el Tenzo Kyōkun, en el que Dōgen nos indica, usando el ejemplo del cocinero de la comunidad monástica, como desplegar en el resto de actividades cotidianas nuestro zazen

Dejemos paso al mismo Uchiyama para que, con sus propias palabras, nos hable de la importancia del Tenzo Kyōkun:

"Considero que es uno de los textos religiosos más valiosos de todos los tiempos, dado que trata no solo sobre cómo manejar los alimentos, sino sobre todo de nuestra actitud hacia todas las cosas y personas que encontramos en nuestra vida cotidiana. O aun más directamente, es un texto que nos enseña concretamente cómo preparar y guiar nuestras vidas. En este capítulo he seleccionado aquellos fragmentos del texto que considero de una especial relevancia. Espero que con ellos podamos descubrir juntos una verdad más allá de lo particular y aprender cómo trabajar observando el verdadero valor de nuestras vidas.

El Tenzo Kyōkun es un manual de cocina para la vida pero, ¿cuál es el ingrediente básico con el que preparamos la vida? Para Dōgen Zenji, no es otro que zazen. La vida religiosa se manifiesta en nuestra existencia cuando nos preguntamos como podemos vivir teniendo zazen en el centro de nuestras vidas, mientras que al mismo tiempo estamos protegidos por zazen. Visto desde el lado contrario, la vida religiosa se manifiesta con toda su vitalidad cuando zazen comienza a funcionar en nuestra vida cotidiana. Cómo funciona zazen y nos guía a cada paso es de lo que trata este texto.
"

Junto al último capítulo, Arrojar tu vida a la morada de Buddha, ofrecemos también el enlace al libro entero, que reúne el texto original de Dōgen (capítulo 1), así como los 14 capítulos y comentarios de Uchiyama a dicho texto. Recordamos que esta traducción,realizada generosamente por Carlos Collas, es de carácter privado y es ofrecida aquí solo para uso personal.







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Original: How to cook your life, Dogen, Uchiyama
Traducción: Carlos Collar Menéndez
Fotografía: Internet

Un zazen que no conduce a nada - Kōshō Uchiyama

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Hoy presentamos un breve texto, hasta ahora inédito en castellano, de Kōshō Uchiyama rōshi, una de las figuras más representativas dentro del Budismo Zen durante el siglo pasado. El texto actual es la traducción al castellano de una versión en italiano de una versión en inglés de un texto en japonés 😏, en la cual, a pesar de todos esos saltos entre lenguas, esperamos y creemos que se conserva el espíritu intacto de aquello que Uchiyama quería trasmitir. La traducción italiana es de Christian, un nuevo colaborador de la redacción de la Stella del Mattino. 

Previo al texto de Uchiyama, ofrecemos la introducción al italiano del texto, escrita por Mauricio Y. Marassi, y la introducción realizada para la traducción al inglés, realizada por Arthur Braverman



En esta breve recopilación de las palabras de Uchiyama, más allá de la simplicidad característica de su manera de expresarse, aparece un clara indicación que apunta a una importante diferencia: aquella que hay entre el samadhi del vació (su búsqueda o deseo) y la práctica de zazen. Como se reitera en algunos textos la peculiaridad de la práctica de zazen está en no elegir, en no desearun estado mental u otro. Tras muchos años de práctica es posible obtener el vació y permanecerallí; muchos piensan que este sería el objetivo de zazen, pero no es así. Zazen es budismo, por tantoes la liberación del sufrimiento; y este sufrimiento está, desde hace siglos, identificado conlas construcciones mentales, que están repletas de este. Zazen, la liberación, consiste en abandonar constantementelaescena a medida que vemos la escena. En otras palabras, zazen consiste únicamente en dejar que se desvanezcan los pensamientos a medida que se presentan, no en la conquista del vacío.


Mauricio Y. Marassi



El enfoque único de Uchiyama al trasmitir el Zen es algo verdaderamente raro en un país impregnado de formalidades, como es Japón. Su enseñanza es una soplode aire fresco, tanto para los monjes como para los laicos. El texto que sigue es mi traducción de dos capítulos sobre la meditación extraídos de Consejos del Zen, una colección de respuestas de Uchiyama rōshi a preguntas de los estudiantes, transcrito y revisado por uno de sus principales discípulos, el rev. Shusoku Kashiya. El libro ha sido escrito para un público japonés y, excepto por estos dos capítulos, no ha sido traducido todavía en inglés. Al afrontar el texto he seguido el consejo de Uchiyama a propósito de su manera de traducir los textos de Dōgen. Así pues, más que traducir literalmente, he traducido de acuerdo a mi comprensión de sus palabras y al significado detrás de ellas. He intentado hacer uso de mis años de escucha de las enseñanzas delRōshiy de las muchas preguntas que le he realizado cuando, en los años 70, practiquéen Antaiji.


Arthur Braverman


Para acceder al texto pulsar sobre el siguiente enlace:

 

Un zazen que no conduce a nada

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Traducción al español: Roberto Poveda Anadón
Original: La Stella del Mattino
Fotografía: Kōdō Sawaki y Kōshō Uchiyama


Busshō, La naturaleza auténtica - Eihei Dōgen

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En el prólogo al texto que presentamos hoy, un libro en realidad, el  Busshō de Eihei Dōgen, se lee lo siguiente: “Se oye a menudo decir entre los estudiosos budistas japoneses que, entre los escritos de Dōgen llegados hasta nosotros, existen tres que son los más representativos de su modo de entender la vía universal indicada por Buddha: el Bendōwa (El camino religioso) , el Genjōkōan (Convertirse en el ser) y el Busshō (La naturaleza auténtica).”, recogidos los tres en su obra magna, el Shōbōgenzō.

Dos de ellos han sido publicados anteriormente en este blog: El
Bendōwa, traducido a partir de la edición realizada por la Stella del Mattino; el Genjōkōan, publicado por el momento en la versión establecida por Gudō Wafu Nishijima (si bien esperamos poder ofrecer también próximamente la versión establecida y comentada por la Stella del Mattino) y, ahora, el Busshō, título traducido con frecuencia como “La naturaleza de Buddha”, si bien la Stella ha preferido optar por la expresión “La naturaleza auténtica”, por las razones que se explican en la “Guía a la lectura” que acompaña al texto.

A estos tres
yo añadiría otros dos, no incluidos en el Shōbōgenzō, por su naturaleza eminentemente dirigida a la práctica cotidiana, y porque constituyen la puerta real que abre a la comprensión de los tres anteriores como textos no simplemente teórico sino dirigidos al centro de nuestra vida real: el Fukanzazengi (en versión de Gudō Wafu Nishijima) donde Dōgen explica en palabras la forma de practicar zazen, y el Tenzo Kyōkun (en una versión acompañada por los comentarios de Kōshō Uchiyama), donde Dōgen explicita el comportamiento a seguir por quien pretende seguir la vía del Buddha durante su vida cotidiana o, si quiere, cómo hacer zazen cuando no se está sentado en zazen.

Para introducir sobre qué nos habla Dōgen en este opúsculo, nada mejor que recoger algunas palabras de quienes han establecido esta edición:

«[Este texto] habla directamente del fundamento constitutivo de cada cosa y del todo. Afronta el tema central del budismo Mahāyāna (que quiere decir Gran Vehículo) y lo desentraña en su relación con la realidad como parece que es para nosotros.

La afirmación fundadora de la fe en el Mahāyāna es la fe en la budeidad. Budeidad, naturaleza de Buddha, es el nombre que se da a la verdadera y única naturaleza originaria de todo aquello que es. 

Esta afirmación fundamental del budismo, presentada no como verdad revelada a priori sino como experiencia concreta de despertar, debe necesariamente confrontarse con la realidad que cada uno experimenta: la realidad del nacer y del morir, del bien y del mal, del sentido y del sin sentido, del ser y del no ser. Realidad contradictoria de la cual ninguna fe puede prescindir sin caer en la superstición. De ahí la razón de ser y la necesidad del estudio religioso, que textos como este encarnan.
»

Giuseppe J. Forzani - De la Guía a la lectura

«Busshō – La naturaleza auténtica es uno de los textos más difíciles de comprender de todo el Shōbōgenzō y, al mismo tiempo, representa el punto más alto de la vasta obra de Dōgen Zenji.

En el texto del Shōbōgenzō titulado Dotoku [Saber expresar la vía] Dōgen comienza afirmando: "Todos los Buddha, todos los Patriarcas saben expresar la via". Cualquier Buddha, cualquier Patriarca es tal porque sabe expresar la vía de Buddha. Es un hecho completamente obvio, sin embargo tengo la impresión que se tiende a sobrevolar sobre este punto sin profundizar. Poner en práctica efectivamente la vía significa penetrar y adherirse, ahora y siempre, a la verdad fundamental. Por lo cual no se trata de contemplar admirados el hecho, allí donde se habla de todos los buddha y patriarcas, de que en el pasado hayan existido seres iluminados a los que se le atribuyan esos apelativos. Se trata de despertar y experimentar en sí mismos y por medio de sí mismos el auténtico y verdadero sí mismo. Por lo cual Dōgen prosigue diciendo: "Para verificar si quien es conocido como hombre de la vía es realmente un hombre de la vía, es indispensable plantearse la cuestión de si está en condiciones de expresar, de decir la vía". Sustancialmente, la verificación de uno mismo como practicante consiste en plantearse la pregunta de si yo vivo de acuerdo a la vía de Buddha. Esta afirmación es una apelación extremadamente fuerte. Por otra parte este interrogante se refiere tanto al modo de pensar como a la conducta.

Kōhō Watanabe rōshi - Del Prologo

En la edición en castellano hemos introducido una variación respecto al original, publicado, en italiano, por Edizioni Dehoniane, Bologna, 1999 (texto hoy en día prácticamente inencontrable). En la parte que recoge los comentarios realizados por Giuseppe J. Forzani del
Busshō de Dōgen, recogidos bajo el nombre de “Una relectura”, hemos repetido en un recuadro el texto original del capítulo que es cada vez comentado, con objeto de hacer más ágil y comprensible su lectura.
 
(Se agradecerá la comunicación, en la dirección de correo que aparece indicada en la parte superior de la columna de la de la derecha, de cualquier posible errata para su subsanación.)
 
 
Para descargar el texto, en formato pdf, pulsar en el siguiente enlace:



 
 
Original italiano: La Stella del Mattino, Ed. Dehoniane, 1999
 
Traducción al español: Roberto Poveda Anadón
 
Ilustración: Han Shan (jp. Kanzan) y Shi De (jp. Jittoku)
 
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