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Todo aquello que encontréis es vuestra vida. Kosho Uchiyama

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Como he afirmado antes tener una Gran Mente significa permanecer carentes de preconceptos y abiertos. Es la mente que no atribuye un valor fijo a nada, ni toma decisiones sobre las cosas basándose simplemente en sensaciones o sentimientos. Esto no significa que nos convirtamos en similares a vegetales, sin saber o comprender nada. Debemos examinar todavía más profundamente el significado de Gran Mente.

Sawaki Rōshi solía decir que no podemos intercambiar ni siquiera un pedo con otra persona, que debemos vivir nuestra vida. Es una típica expresión llena del sentido del humor de Sawaki Rōshi, sin embargo cuan claramente expresa la verdad de la vida. No hay forma de hacerse prestar un pedo de algún otro incluso si estamos dispuestos a añadir un pequeño pedo como interés. Esa naturaleza absoluta de ser incapaces de comerciar o intercambiar con los otros es la esencia de nuestra vida.. Quizá esto parece bastante obvio, pero dudo que muchos reconozcan la naturaleza absoluta de la vida, incluso en términos de la imposibilidad de intercambiar ni siquiera un pedo. Estamos de tal forma habituados al mundo del dar y tener como para suponer que sea simplemente normal comerciar con los otros, y perdemos de vista la vida en la que el comercio no tiene ningún significado. Por ejemplo, hoy la mayor parte de los hombres vive en una sociedad que cree posible resolver con el dinero casi cualquier problema. De hecho, me pregunto si la mayor parte de nosotros no piensa más o menos que sea verdad. Esa idea, junto con el hecho de hemos vuelto el “dinero” la efectiva unidad intercambio, nos empuja a considerarlo dotado de un valor absoluto. Así durante toda la vida no atareamos para acumular dinero, y presumimos que que sea natural luchar por la riqueza y la posición social, incluso engañando, estafando y matándonos unos a otros.

Aquí está el punto de divergencia entre el sistema de vida budista y aquel que generalmente definimos como vida mundana: uno es el mundo del dinero en el que comerciamos y contratamos con los demás, mientras el otro es el mundo en el que el comercio es inapropiado e imposible, y es el mundo absoluto del Si Mismo.

Nuestra discusión sin embargo se ha alejado de mis observaciones iniciales sobre los pedos. Os ruego que observéis bien la figura 1.
Pido escusas por no ser más elegante pero, para volver al ejemplo de los pedos, se dice desde tiempos antiguos que se dividen fundamentalmente en tres tipos, que hacen ruidos como “buu”, “blee” y “shuuu”. En realidad hay muchos otros tipos, por que cada pedo es único. En cualquier caso, este es el mundo en el que el comercio o el intercambio es imposible. Se puede decir, es el mundo en el que cada uno de nosotros debe contar tan solo consigo mismo.

Ahora, observemos la figura 2.
A diferencia de la figura precedente, en el que la naturaleza absoluta de la vida humana excluye cualquier intercambio con los otros, aquí tenemos el mundo del lenguaje. Un aspecto de nuestra vida de seres humanos es que cada uno de nosotros tiene una cabeza individual, distinta tanto por forma como por contenido de la de cualquier otro. Al contrario de los otros animales, los seres humanos tienen la particular característica de ser susceptible de comunicar de modo complejo por medio del lenguaje.

De nuevo, consideremos la figura 3.
Por que somos susceptibles de comunicar recíprocamente por medio del lenguaje, podemos decir que los seres humanos forman parte de aquello que es definible como un “mundo de comunicación”. El tipo de comercio e intercambio en una y otra dirección, de comprar y vender, ganar y perder, que he mencionado antes sucede en tal mundo.

Y es precisamente aquí que nace una especie de ilusión o error. Comunicamos entre nosotros usando la cabeza solo de forma superficial, sin embargo temo que hemos llegado a atribuir un significado verdaderamente excesivo al mundo de comunicación por medio del lenguaje. Hemos llegado a asumir la hipótesis de que somos todos miembros de aquel mundo que se ha desarrollado tan solo en nuestra mente. Esto no es otra cosa que una ilusión, si bien tal ilusión se haya difundido tanto como para ser considerada sentido común.

Como he dicho en el capítulo inicial, el concepto común de nacimiento es que entramos en escena en un mundo ya existente de seres humanos que comunican entre ellos, y acompañándolo se ha añadido otro actor, Por el mismo razonamiento, la muerte no es otra cosa que la salida de la escena de la humanidad. Por tanto por “vida” se entienden todos los eventos comprendidos entre nacimiento y muerte. Es decir, esta representación  teatral hecha de comercio e intercambio, de éxito y fracaso, es aquello que casi todos llaman “la propia vida”.

En el mundo de la comunicación el dinero es la unidad de medida del intercambio, y es considerado del máximo valor. Todas las sociedades contemporáneas evolucionadas en sentido materialista creen que el dinero puede resolver sus problemas. Los hombres viven frenéticamente buscando el huir de la pobreza y enriquecerse.

La figura 4 ilustra este hecho.
Es un mundo en que cada cosa está ya determinada. Fortuna y desgracia, bien y mal, éxito y fracaso son valores preestablecidos y considerados seguros. Puesto que el mundo del lenguaje ha sido desarrollado por nuestra mente discriminante, mientras nos consideremos tan solo un miembro del mundo del intercambio, es inevitable que pasemos la vida persiguiendo la felicidad y huyendo del dolor. No obstante tal modo de pensar esté ampliamente difundido, es fundamentalmente un error, una ilusión.

El error está en el hecho de que si bien entre los hombres haya tan solo una comunicación parcial o superficial, nosotros le dedicamos completamente la vida y no conseguimos considerarnos otra cosa que miembros de aquel mundo. El budadharma corrige tal concepción equivocada del mundo y revela un reino completamente distinto. Las enseñanzas budistas se concentran sobre nuestro Si Mismo absoluto y subrayan sobre todo la nueva y única cualidad de la vida.

¿Cuál es por tanto la nueva y vibrante cualidad de la vida del Si Mismo absoluto? Una cosa de la podemos estar seguros es que no la descubriremos nunca en el mundo del comercio y del intercambio con los otros. El verdadero Si Mismo no tiene nada que hacer con los “otros”; es un Si Mismo que vive totalmente en si mismo. El mundo que experimentamos es el mundo que solo el Si Mismo, solo vosotros, podéis experimentar.

Cuando observamos una taza vosotros la veis con vuestros ojos, desde vuestro punto de vista y con vuestra capacidad visual, mientras yo la veo con mis ojos, desde mi punto de vista y con mi capacidad visual. No es posible intercambiar ni siquiera nuestro modo individual de observar una taza. Ninguna de vuestras experiencias personales puede ser nunca idéntica a la de cualquier otra persona. Todavía más, por tanto, vuestro modo de pensar deberá ser distinto de aquel de todos los otros.

Cuando nacéis vuestro mundo nace con vosotros y cuando muráis morirá también todo vuestro mundo. Vuestro verdadero Si Mismo comprende el mundo entero en que vivís y en tal mundo no hay ninguna posibilidad de intercambio.

A pesar del hecho de que poseemos una mente capaz de discriminar, como se ha indicado en las figuras 2 y 3, aun estando en condiciones de comunicar entre nosotros en un sentido general por medio del lenguaje, ello no significa que verdadero o absoluto si Mismo viva tan solo dentro del mundo concebido por nuestra cabeza. Al contrario, tenemos que comprender que nuestra mente pensante es solo un aspecto de nuestra vida total. Incluso si, en un particular momento o en un particular nivel, parecemos capaces de comunicar con el lenguaje, lo hacemos solo en un sentido limitado. Incluso aquellos tipos de experiencia que se producen por medio del lenguaje son, inevitablemente, experiencias completamente personales. El budadharma que nos revele lo absoluto de la vida es como la figura 5. Vosotros mismos y la totalidad del mundo en el que vivís constituyen juntos aquello que he definido como la vida del Si Mismo.
Dondequiera nos encontremos, hay solo el Si Mismo, que es siempre el Si Mismo. De ahí la expresión yuiga dokuson, “Solo yo soy venerado en el cielo y la tierra”.

El “mundo”no es una entidad cualquiera que existe independientemente de nosotros. El mundo es el lugar en el que actuamos. De forma parecida, la vida del verdadero Si Mismo nos es alguna entidad distinta de nuestro actuar y operar. Todo aquello que encontramos es nuestra vida.

Nuestra discusión ha evolucionado mucho a partir del modo ordinario y dualístico de vernos a nosotros mismos y a nuestra vida. Sin embargo, sin atravesar esa evolución sería imposible comprender un discurso sobre el budadharma o sobre el Tenzo Kyōkun. Cuando pasamos de considera nuestra vida de la forma ordinaria a considerar cada cosa desde la perspectiva del budadharma, cambiara inevitablemente también el significado de nuestras actividades cotidianas.

He dicho antes que la tarea del tenzo es preparar las comidas para la comunidad. Si consideramos la tarea de cocinar en el sentido ordinario, es decir, como una ocupación en la sociedad, el tenzo no es distinto a un cocinero común. O bien, en un contexto más amplio, si nacer en el mundo no es otra cosa que aparecer sobre la escena como otro miembro de la sociedad, el significado de la vida se detiene ahí. Sin embargo la función del tenzo que expresa el budadharma, en los términos de manifestar la cualidad viva y dinámica de su vida, vive como un Si Mismo en cualquier circunstancia que se presente. Mientras tal Si Mismo es idéntico a su mundo, cuando actuamos en el papel de tenzo, nuestro actuar se convierte en la vida del Si Mismo. Al mismo tiempo está el dōjō en el que practicamos viviendo el Sí Mismo colmado del universo.

Precisamente por que tal trabajo de tenzo es la mejor ocasión para practicar está escrito en el Chiji Shingi que Guishan Lingyou, Wuzho Wenxi, Fushan Fayuan, Jiashan Shanhui, Furong Daokai y otros grandes maestros se dedicaron todos ellos a ese trabajo, y que cada uno alcanzo con ello la Vía. Si nos acercamos al rol de tenzo con la actitud del cocinero ordinario, sin comprender plenamente tal trasformación del significado de la propia vida cotidiana, se convertirá tan solo en una serie de privaciones y frustraciones. Sin duda por este motivo Dōgen Zenji escribe precisamente al principio del texto.

«Desde la antigüedad en las comunidades que practican la Vía del Buda han sido instituidos seis cargos para dirigir los asuntos del templo. Los monjes responsables de cada cargo son todos discípulos de Buda y desarrollan la actividad del Buda por medio de las propias tareas respectivas. Entre estos está el tenzo, responsable de la preparación de las comidas para la comunidad.

En el Chanyuan Qinggui está escrito que la “función del tenzo es preparar las comidas para los monjes.

Aquella tarea siempre ha sido desarrollada  por maestros muy sólidos en la Vía y por otros que habían despertado en si el espíritu del bodhisatva. Una práctica tal requiere agotar todas vuestras energías. Si el hombre a quién es confiada tal tarea está privado de aquel espíritu  soportará tan solo adversidad y sufrimientos inútiles que no tendrán ningún valor en su búsqueda de la Vía.»

El  Chanyuan Qinggui todavía dice: “Pon a trabajar tu mente iluminada, esforzándote constantemente en servir comidas variadas que sean apropiadas a la necesidad y a la ocasión, y que permitan a todos practicar con el cuerpo y la mente sin el menor obstáculo.”

En el transcurso de los siglos muchos grandes maestros y patriarcas, como Guishan Lingyou y Dongshan Shouchu, han desarrollado la función de tenzo. A pesar de que la tarea sea precisamente la de la preparación de las comidas, en el espíritu es distinto del trabajo del cocinero o pinche ordinario.”

Me pregunto si hoy no son muchos los que sufren por que se creen pobres o desventurados, o que tienen un complejo de inferioridad por que piensan que pertenecen al nivel más bajo de la sociedad. Para mi eso es estúpido, puesto que se consideran tan solo miembros de la sociedad. Vivir el verdadero Si Mismo significa abandonar tal idea de superior o inferior, éxito o fracaso, y aprender a ver que todo aquello que encontramos es nuestra vida, nuestro verdadero Si Mismo. La expresión “Solo yo soy venerado en el cielo y en la tierra”, si bien se refiere generalmente al Buda Shakyamuni, no se limita a él. Es adecuada para todos nosotros.

Cuando ya no nos consideremos simplemente como dientes en el engranaje de la sociedad y nos volvamos conscientes del verdadero Si Mismo en sentido absoluto, el significado de nuestra vida cotidiana cambiará ciertamente. No hay ninguna necesidad de compararnos a aquellos que nos circundan, ni de ponernos en situaciones delicadas o dolorosas. Más bien es esencial prestar la máxima atención al mundo en que vivimos y manifestamos nuestro Si Mismo absoluto. Este es el espíritu fundamental que impregna el Tenzo Kyōkun.


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Kosho Uchiyama Rōshi "Istruzioni a un cuoco zen". Cap. IV

Dibujos: Kosho Uchiyama
Traducción  y fotografía: Roberto Poveda


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