En su libro, todavía no traducido al castellano, Brian Victoria analiza la estrecha relación que ha mantenido el budismo japones con el nacionalismo militarista japones, centrándose especialmente en la primera y la segunda guerra mundiales.
budismo Shin y de la históricamente más reciente escuela Sambo Kyodan; por afinidad personal, y puede que también de bastante de los lectores de este blog, he preferido extraer y traducir aquellos pasajes relacionados con la figura del monje soto zen Kodo Sawaki, cuya influencia no solo se circunscribe a Japón sino también a occidente, ya que una gran mayoría de aquellos que hemos llegados a la practica de zazen, tanto en Europa como en América, ha sido a través de la influencia de algunos de sus numerosos seguidores y discípulos.
El absurdo y terrible atentado recientemente cometido contra los redactores del semanario humorístico Charlie Hebdo, realizado por motivos supuestamente religiosos, me ha animado ha publicar estos fragmentos. El uso perverso de un argumentario religioso para cometerlos no solo está detrás de quienes han cometido dichos atentados sino que es también parte de nuestra herencia, como cristianos primero, y como budistas después.Olvidar esto, no mantener una mirada crítica sobre nuestro propio pasado, es contribuir a la perpetuación -en nosotros y en el mundo- de esta y otras perversiones cometidas en nombre de la religión.
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La fe en el campo de batalla
Brian Victoria
La fe en el campo de batalla
Brian Victoria
Fue en los campos de batalla de la guerra ruso-japonesa donde tomó forma un aspecto del budismo nipón que iba a convertirse en el transcurso de los años sucesivos en uno de sus rasgos más característicos: la reivindicación de un estrecho lazo entre la fe budista de los soldados y sus proezas militares. […]
[…] El zen también ha desempaño su papel en este sentido, un papel que se perfila ya en los recuerdos de Kôdô Sawaki (1880-1965), uno de los más célebres maestros y especialistas modernos del zen soto japonés. Muchos practicantes occidentales conocen a Kôdô como fundador de Antaiji, un centro de práctica del zen usado por los laicos situado en Kyoto [desplazado actualmente a una zona montañosa, en el norte de la provincia de Hyôgo, n.d.t.] A los lectores franceses, puede que Kôdô les sea más conocido en tanto que maestro reivindicado por Taishen Deshimaru (1914-1982), fundador de la Asociación Zen Internacional (AZI), cuya sede está en París.
Kôdô recibió la ordenación de monje zen a la edad de dieciséis años. Tres años más tarde, mientras seguía con su formación monástica, fue incorporado a la armada imperial en la que sirvió durante más de seis años, de 1900 a 1906, en tanto que suboficial y jefe de escuadra. En 1904, cuando estalló la guerra ruso-japonesa, Kôdô fue enviado al frente. En una obra titulada Sawaki Kôdô kikigaki (Recuerdos de Kôdô Sawaki), cuenta la siguiente escena:
Mis camaradas y yo no atiborramos a matar. Así pues durante la batalla del templo de Baolisi perseguí a nuestro enemigos hasta un agujero en el que pude abatirles con gran eficacia. Al ver esto, mi comandante de compañía pidió que se me diera una condecoración, pero esto nunca sucedió.
Kôdô menciona también una conversación sobre él entre sus camaradas:
- ¿Quién diablos es este tipo?
- Simplemente un monje zen
- Ya veo. Exactamente es lo que se espera de un monje zen. Un hombre que tiene agallas.
Puede ser que esta breve conversación nos ofrezca la primera referencia moderna a la eficacia del zen sobre el campo de batalla. De nuevo es Kôdô quién habla en estos términos de su experiencia en el frente:
Una vez que el combate terminó, yo tuve la oportunidad de reflexionar tranquilamente en mi propia conducta. Me di entonces cuenta de que aunque yo no tuviese igual en tanto que persona temeraria eso no sobrepasaba la grandeza de Mori no Ishimatsu, Kunisada Chûji y otros forajidos y campeones de los oprimidos. En tanto que discípulo del maestro zen Dôgen, en cambio yo no daba todavía la talla […] Me había comportado como esas personas que, incluso si sacrificaban su vida, buscaban algo a cambio […], dicho de otra manera como aquellos que desean tanto la celebridad, o una medalla militar a título póstumo, que están dispuestos a sacrificar su propia vida para obtenerlas. Una actitud así no tiene nada que ver con el hecho de estar liberado de la vida y de la muerte.
Estas personas habían simplemente reemplazado una cosa por otra, un bulto por otro. Sacrificando su vida buscaban el honor y el renombre para si mismos. Esto no era sino la substitución de una cosa por otra. Sacrificando su vida, buscaban el honor y el renombre para ellos mismos. Incluso si habían logrado obtener aquello que ellos querían, me pregunto si esto le habrá aportado satisfacción. Sea como sea es lo que se identifica en el budismo como el estado de las personas que son prisioneras para siempre del mundo del deseo.
Lo que se puede decir es que la liberación de la vida y de la muerte consiste en renunciar, no a la vida física sino al deseo. Existen diferentes tipos de deseos, entre los que están el deseo de ser célebre y el deseo de se rico. Pero renunciar al deseo quiere decir renunciar al deseo bajo todas sus formas. La religión reside en la renuncia a todas las formas de deseo. Es ahí donde se encuentra la vía. Es ahí donde se encuentra el despertar […]
Formulado desde el ángulo de la armada japonesa se trata de un dominio en el que, allí donde va la bandera de nuestra armada, no hay prueba demasiado grande que superar, no hay enemigos demasiado numerosos. Es lo que se llama invocar el poder de la bandera militar. Abandonar el cuerpo bajo la bandera militar muestra verdadera abnegación.
El comienzo del anterior pasaje podría dejar pensar que Kôdô se reprocha el haber participado en la guerra ruso-japonesa, pero, observándolo más de cerca, nos damos cuenta de que no es ese el caso. Lejos de mostrar el menor remordimiento por el gran número de enemigos que ha matado, Kôdô se acusa de haber hecho esto anhelando “el honor y la fama”, lo que prueba que permanecía prisionero del mundo del deseo, que es opuesto al del despertar. No es haber matado seres humanos lo que le molestaba, sino no haber conseguido matarlos (y morir si era preciso) en un espíritu de total abnegación.
Además de esto, cuando Kôdô habla de “invocar el poder de la bandera militar” es importante saber que recurre a una terminología normalmente asociada a Avalokiteshvara, el Bodhisattva de la compasión. El célebre Kannon gyô (sutra de Avalokiteshvara) constantemente vuelve sobre la idea de que podemos salvarnos de una multitud de desastres y calamidades “invocando el poder de Avalokiteshvara” (nenpi Kannon riki). En el último párrafo de la cita anterior, Kôdô se contenta con remplazar Avalokiteshvara por la bandera del regimiento, objeto sagrado al parecer confiado a este último por el emperador en persona. De esta forma, invocando el poder de la bandera volvemos a invocar el poder del emperador para obtener la victoria. Esta fraseología, que pertenece propiamente a Kôdô, muestra hasta que punto asociaba el zen al emperador y a la armada imperial.
A pesar de que Kôdô nunca mas ha combatido, continuó defendiendo la unidad del zen y de la guerra con una indefectible constancia. Dan fe de ello, entre otras cosas, las funciones que él ha ocupado a partir de 1939 en una comisión oficial encargada de la promoción de las artes marciales entre los escolares japoneses en el marco de la preparación al servicio militar. Por otra parte, él se dirigió en 1941 y 1942 al estado fantoche de Manchukuo, en el norte de China, para dar “enseñanzas sobre el Dharma” a los soldados y a los civiles japoneses que estaban allí acampadas. El sostén de Kôdô al esfuerzo de guerra no pasó desapercibido, puesto que el 3 de noviembre de 1943 la Oficina de condecoraciones le envió una cantidad de dinero como recompensa.
Si bien no se ha guardado rastro de las enseñanzas de Kôdô en Manchukuo, un artículo aparecido en 1942 en la revista Daihôrin titulado “De la verdadera significación de los preceptos zen” (Zenkai hongi o kataru, K Sawaki. Daihôrin, enero 1942) permite adivinar el tono, si no el contenido. Podemos leer allí:
El Sutra del Loto dice que “los Tres Mundos [del deseo, de la forma y de lo sin forma] son mi propia existencia y todos los seres sensibles son mis hijos”. Desde ese punto de vista todos los seres, tanto amigos como enemigos, son mis hijos. Mis superiores son mi propia existencia y mis subordinados también. Idéntica consideración vale para Japón y el mundo. Siendo así es justo castigar a las personas que alteran el orden público Se mate o no se mate, el precepto prohibiendo matar [está preservado]. Es el precepto quién blande el sable. Es el precepto el que arroja la bomba. He aquí porqué debéis esforzaros en estudiar y practicar este precepto. [Las itálicas son del autor]
La idea aquí avanzada por Kôdô, según la cual el acto de matar y de lanzar bombas es independiente de la voluntad del individuo que las realiza, se volvió muy popular entre los adeptos del zen, particularmente en D.T. Suzuki. Y, por tanto, si estas violencias son cometidas sin intervención de la voluntad, no puede haber ni decisión ni responsabilidad personal. Está permitido decir en ese caso que el zen “trasciende verdaderamente la razón”.
En cualquier caso, Kôdô Sawaki a llegado hasta sostener en mayo de 1944 que era el maestro Dôgen, fundador del zen soto en Japón en el siglo XVIII, al que le correspondía el mérito de haber sido el primero en enseñar la actitud mental que convenía a los soldados de la armada imperial. He aquí lo que ha dicho al respecto:
El maestro Dôgen a dicho que debe rechazarse el yo. Ha enseñado que debe de practicarse tranquilamente olvidándose de sí mismo. Ha expresado esto con estas palabras en el capítulo “Vida y muerte” (Shoji) del Shôbôgenzo (Tesoro de la esencia de la verdadera ley): “Rechazad simplemente el cuerpo y el espíritu y proyectaros en el reino de Buda. El Buda os servirá de guía y si seguís los consejos que el os da, os liberaréis de la vida y de la muerte y os convertiréis en un Buda sin tener necesidad de molestaros a vosotros mismos física o mentalmente.” Formulado de otra forma esto quiere decir que hay que obedecer las ordenes de los superiores sea cual sea su contenido. Haciendo esto os convertís inmediatamente en fieles servidores del emperador y en perfectos soldados. [Las itálicas son del autor.]
Sabiendo que Kôdô tenía ya sesenta y cinco años cuando escribió estas líneas se está, como poco, lleno de admiración por la constancia de sus esfuerzos destinados a servirse del zen para crear un “perfecto soldado” sin ego.
[…] La secta soto del zen ha comenzado a abordar algunas de las numerosas cuestiones que plantea la historia reciente de sus relaciones con el Estado y el militarismo japonés. Esta tarea prosigue hoy todavía a través de los trabajos de investigadores de la Universidad de Komazawa como Hakamaya Noriaki (nacido en 1943) y Matsumoto Shirô (nacido en 1950). Igual que Ichikawa Hakugen antes que ellos, estos dos investigadores se dedican a un examen en profundidad de los aspectos doctrinales del zen que pueden estar en el origen de su sostén al militarismo japonés o por lo menos a ayudar a comprenderlo. […]
Hakamaya también a señalado con el dedo los maestros zen que han sostenido las empresas militares de Japón. He aquí lo que dice de Kôdô Sawaki, del que los escritos de tiempos de guerra ya nos son conocidos:
Cuando se toma consciencia de la llamada de Kôdô a “invocar el poder del emperador, invocar el poder de la bandera militar”, eso basta para producir escalofríos en la espalda […] No solamente Sawaki no era budista, sino que se ha levantado en armas contra el mismo [maestro del zen soto] Dôgen.
La crítica es todavía más fuerte en tanto que ella emana de un investigador perteneciente a la secta soto, la cual, en su conjunto, hoy todavía continúa considerando a Kôdô como uno de los grandes maestros zen del siglo XX. Pero Hakamaya está animado por la convicción de que los budistas deben “establecer una demarcación clara entre las enseñanzas conformes al budismo y aquellas que le son contrarias”.
Brian Victoria. The Zen at war
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Extractos traducidos por Roberto Poveda Anadón, a partir de la versión francesa: Brian Victoria, Le Zen en guerre 1868-1945, Paris, Éditions du Seuil, 2001.
Fotografía: Internet (El monje portador del kyosaku es Shunryu Suzuki, dirigiendo una sesión de zazen en Rinso-in durante la guerra del Pacífico. Actualmente Rinso-in es un centro de formación soto para extranjeros).